jueves, 11 de noviembre de 2010

El imbécil que miraba fijamente el dedo

Un brillante asesor, de esos que no se sabe muy bien a qué se dedican, ha propuesto cambiar el orden de los apellidos para favorecer la igualdad. Gracias a ello, María Abad, que cobra menos que sus compañeros de trabajo hombres, que tiene que llevar siempre jersey de cuello vuelto porque si no "distrae" a estos últimos, de los que además tiene que aguantar estoicamente bromas sexistas, es hoy más feliz y se siente más realizada porque el día de mañana, cuando se quede embarazada y la miren mal en su empresa, por lo menos tendrá el gran consuelo de que su hijo lleve su apellido primero.

Cuando el dedo señala la luna, el imbécil mira el dedo.

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