
Y es ahora cuando debemos reaccionar. Porque, con la excusa de la crisis, están recortando nuestros derechos básicos, los que vienen recogidos en la constitución. No es momento de conformarse y resignarse, es lo que quieren que hagamos. Si ellos se creen sus huecos discursos, llenos de lugares comunes y fórmulas maniqueas, que den ejemplo. Que se bajen los sueldos, que reduzcan consejeros y asesores puestos a dedo (la Espe los confunde con los interinos), que justifiquen hasta el último céntimo que gastan de nuestro dinero o que respeten las listas de espera para intervenciones y tratamientos médicos en hospitales públicos.
Como no les plantemos cara, en pocos años reproduciremos el modelo norteamericano. La sanidad caerá en manos privadas y quien no tenga dinero sencillamente no tendrá derecho a ella. La educación premiará a los mejores, fomentando la competitividad y colgando el cartel de "perdedor" a los niños con necesidades educativas especiales, para los que no existirá alternativa a la excelencia. Todo se medirá y cuantificará, en busca de la óptima productividad y la obtención de beneficios, porque nuestra salud y nuestra cultura se convertirán en un negocio del que sacar provecho. Es el camino que llevamos.
Si siguen a pies juntillas las máximas de Maquiavelo para ser un buen gobernante, que no olviden lo que dijo:
"El que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo".
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