domingo, 23 de enero de 2011

La moral ante todo

En la sociedad occidental actual, pueden perdonarse muchas cosas pero, en lo relativo a la conducta moral, el pueblo entero se erige en juez castigador.
Cuando Bill Clinton sufrió el juicio del público por sus lujuriosos encuentros con la pobrecita becaria, no lo resistió. El mundo le señaló y él se fue con la cabeza gacha y el rabo entre las piernas.
Cuando Berlusconi ha sido acusado una y otra vez de todo tipo de corrupción, no se le ha movido un pelo. El pueblo italiano decía: "Le admiramos porque se ha hecho a sí mismo". Pero sus líos de faldas han colmado el vaso que parecía no tener fondo. La caída parece ser inminente. 
Con la democracia uno se puede limpiar el culo si quiere, pero con la moral no se juega, señores.

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